viernes, 12 de diciembre de 2008

Obispo de Copiapó interpretará piezas musicales en Concierto de Navidad


El próximo lunes 15 de diciembre, a las 20 horas, después de la Eucaristía, el Obispo de Copiapó, Monseñor Gaspar Quintana cmf., interpretará piezas musicales de diversos autores, junto al violinista Carlos Correa, invitado desde Santiago a participar de este evento.

El programa contempla tres momentos. El primero de ellos estará dedicado a la ejecución de algunas piezas sólo para violín, y dúos entre violín y piano, con Monseñor Quintana y Correa, de autores como Mendelssohn, J. S. Bach y Wilby, entre otros.

El segundo momento estará a cargo de un coro infantil que cantará villancicos tradicionales.

Finalmente será el turno de la música para órgano, a cargo del Obispo.

La interpretación de “Noche de Paz” coreado por todos los presentes, finalizará este concierto.

En su invitación a la comunidad, el Pastor ha señalado que este evento musical será una forma de celebrar “la gran noticia de que el Dios del amor ha cumplido su promesa de enviarnos un Niño Salvador, que nace para transformar el mundo, cada corazón humano”.
Fuente: Comunicaciones Copiapó

domingo, 30 de noviembre de 2008

ADVIENTO: Algunas consideraciones litúrgicas y musicales

El tiempo litúrgico del Adviento es un tiempo marcado por signos especiales dentro de la liturgia. Por ser el tiempo en que el pueblo cristiano aguarda expectante la venida del Salvador, es un tiempo de marcada austeridad, vigilancia y oración.
Para hacer más comprensibles estas realidades que aquí nos limitamos sólamente a nombrar, la Iglesia ha dispuesto de una serie de signos en las celebraciones sagradas.
- En primer lugar, el sacerdote y los demás ministros ordenados, comienzan a utilizar ornamentos sagrados de color morado, para significar la austeridad que debe acompañarnos en la espera de la venida de Cristo.
- La música sagrada también cambia. El canto del Gloria se suprime completamente de las celebraciones litúrgicas, reservándolo para la Misa de Navidad; sin embargo, se conserva el canto del Aleluya. El órgano puede seguir sonando en las celebraciones, pero únicamente para sostener el canto: nunca deberá volver a sonar sólo sino hasta la Navidad. Es éste el mismo principio que rige para la Cuaresma, e ndonde tampoco se permite el uso del órgano solo, sino hasta la noche de la Pascua.
- Debe ponerse especial cuidado en la selección de cantos para este Tiempo, evitando la utilización de los que se han venido cantando durante todo el Tiempo Ordinario. Un error que a menudo se comete en este tiempo, es la interpretación de Villancicos. Debe recordarse que éstos son propios del Tiempo de Navidad y no del Tiempo de Adviento, pues cantan la alegría de los hombres y de los ángeles por el Niño nacido en Belén. Por tanto, es necesario seleccionar cantos acordes al tiempo litúrgico, en consonancia y concordancia con los textos litúrgicos y bíblicos tan especiales y propios de éste Tiempo.
- La austeridad de éste tiempo también se manifiesta en la ornamentación de las Iglesias. Aunque no se prohíbe totalmente, sí se aconseja quitar o disminuir considerablemente los adornos florales y otras ornamentaciones, reservándolos también para la noche de Navidad.
- En muchos lugares existe la costumbre de instalar el Pesebre (o Belén) dentro de las Iglesias. Cabe recordar que el Presbiterio no es el lugar para situarlo, sino otro lugar en donde pueda ser visitado por los fieles. También debe tenerse en cuenta que la figura que representa al Niño Jesús debe ponerse en el Pesebre la noche de Navidad y no antes por obios motivos.
Recomendamos también algunos enlaces en donde podrán encontrar recursos litúrgicos y musicales para el Tiempo de Adviento:
- Música Litúrgica (España): http://www.musicaliturgica.com/index.php
- Cantoral Litúrgico (Pto. Rico): http://www.pucpr.edu/diocesis/14cantoral.html

jueves, 2 de octubre de 2008

Qué dice el Vaticano II respecto a la Música Sagrada: algo que muchos ignoran y tergiversan


CONSTITUCIÓN CONCILIAR "SACROSANCTUM CONCILIUM"

Sobre la Sagrada Liturgia


Dignidad de la música sagrada
112. La tradición musical de la Iglesia universal constituye un tesoro de valor inestimable, que sobresale entre las demás expresiones artísticas, principalmente porque el canto sagrado, unido a las palabras, constituye una parte necesaria o integral de la Liturgia solemne.

En efecto, el canto sagrado ha sido ensalzado tanto por la Sagrada Escritura, como por los Santos Padres, los Romanos Pontífices, los cuales, en los últimos tiempos, empezando por San Pío X, han expuesto con mayor precisión la función ministerial de la música sacra en el servicio divino.

La música sacra, por consiguiente, será tanto más santa cuanto más íntimamente esté unida a la acción litúrgica, ya sea expresando con mayor delicadeza la oración o fomentando la unanimidad, ya sea enriqueciendo la mayor solemnidad los ritos sagrados. Además, la Iglesia aprueba y admite en el culto divino todas las formas de arte auténtico que estén adornadas de las debidas cualidades.

Por tanto, el sacrosanto Concilio, manteniendo las normas y preceptos de la tradición y disciplinas eclesiásticas y atendiendo a la finalidad de la música sacra, que es gloria de Dios y la santificación de los fieles, establece lo siguiente:


Primacía de la Liturgia solemne
113.
La acción litúrgica reviste una forma más noble cuando los oficios divinos se celebran solemnemente con canto y en ellos intervienen ministros sagrados y el pueblo participa activamente.

En cuanto a la lengua que debe usarse, cúmplase lo dispuesto en el artículo 36; en cuanto a la Misa, el artículo 54; en cuanto a los sacramentos, el artículo 63, en cuanto al Oficio divino, el artículo 101.


Participación activa de los fieles
114. Consérvese y cultívese con sumo cuidado el tesoro de la música sacra. Foméntense diligentemente las "Scholae cantorum", sobre todo en las iglesias catedrales. Los Obispos y demás pastores de almas procuren cuidadosamente que en cualquier acción sagrada con canto, toda la comunidad de los fieles pueda aportar la participación activa que le corresponde, a tenor de los artículos 28 y 30.


Formación musical
115. Dése mucha importancia a la enseñanza y a la práctica musical en los seminarios, en los noviciados de religiosos de ambos sexos y en las casas de estudios, así como también en los demás institutos y escuelas católicas; para que se pueda impartir esta enseñanza, fórmense con esmero profesores encargados de la música sacra.

Se recomienda, además, que, según las circunstancias, se erijan institutos superiores de música sacra.

Dése también una genuina educación litúrgica a los compositores y cantores, en particular a los niños.


Canto gregoriano y canto polifónico
116.
La Iglesia reconoce el canto gregoriano como el propio de la liturgia romana; en igualdad de circunstancias, por tanto, hay que darle el primer lugar en las acciones litúrgicas.
Los demás géneros de música sacra, y en particular la polifonía, de ninguna manera han de excluirse en la celebración de los oficios divinos, con tal que respondan al espíritu de la acción litúrgica a tenor del artículo 30.


Edición de libros de canto gregoriano
117. Complétese la edición típica de los libros de canto gregoriano; más aún: prepárese una edición más crítica de los libros ya editados después de la reforma de San Pío X.
También conviene que se prepare una edición que contenga modos más sencillos, para uso de las iglesias menores.


Canto religioso popular
118.
Foméntese con empeño el canto religioso popular, de modo que en los ejercicios piadosos y sagrados y en las mismas acciones litúrgicas, de acuerdo con las normas y prescripciones de las rúbricas, resuenen las voces de los fieles.


Estima de la tradición musical propia
119. Como en ciertas regiones, principalmente en las misiones, hay pueblos con tradición musical propia que tiene mucha importancia en su vida religiosa y social, dése a este música la debida estima y el lugar correspondiente no sólo al formar su sentido religioso, sino también al acomodar el culto a su idiosincrasia, a tenor de los artículos 39 y 40.
Por esta razón, en la formación musical de los misioneros procúrese cuidadosamente que, dentro de lo posible, puedan promover la música tradicional de su pueblo, tanto en las escuelas como en las acciones sagradas.


Órgano de tubos y otros instrumentos
120. Téngase en gran estima en la Iglesia latina el órgano de tubos, como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a las ceremonias eclesiásticas y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales.
En el culto divino se pueden admitir otros instrumentos, a juicio y con el consentimiento de la autoridad eclesiástica territorial competente, a tenor de los arts. 22 § 2; 37 y 40, siempre que sean aptos o puedan adaptarse al uso sagrado, convengan a la dignidad del templo y contribuyan realmente a la edificación de los fieles.


Cualidades y misión de los compositores
121.
Los compositores verdaderamente cristianos deben sentirse llamados a cultivar la música sacra y a acrecentar su tesoro.
Compongan obras que presenten las características de verdadera música sacra y que no sólo puedan ser cantadas por las mayores "Scholae cantorum", sino que también estén al alcance de los coros más modestos y fomenten la participación activa de toda la asamblea de los fieles.

Los textos destinados al canto sagrado deben estar de acuerdo con la doctrina católica; más aún: deben tomarse principalmente de la Sagrada Escritura y de las fuentes litúrgicas.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Cien años del natalicio de Mons. Francisco Valdés Subercaseaux, un Pastor que veló por la música sagrada



Este 23 de septiembre se cumplen cien años del nacimiento de Fray Francisco Valdés Subercaseaux, primer capuchino chileno y primer obispo de la Diócesis de Osorno.


Fue declarado Siervo de Dios en 1998 y en agosto de éste año el Cardenal Francisco Javier Errázuriz aceptó la solicitud de abrir la segunda etapa para el proceso de canonización, después de haberse comprobado científicamente su primer milagro y estando ya el segundo en investigación. Su causa está en Roma y probablemente se convierta, en breve tiempo, en el tercer santo chileno.

Además de su obra como párroco en Pucón, misionero de la Araucanía y Obispo de Osorno, Mons. Valdés realizó una profunda labor en el campo de la música sagrada. Proveniente de una familia de artistas, y siendo él un hombre de evidentes cualidades como pintor, dibujante y músico, amante de la Iglesia y de su inmenso y profundo patrimonio musical y artístico, no escatimó esfuerzos en cultivar, enseñar y fomentar la verdadera música sagrada.

Corrían los convulsionados años sesenta. Lamentablemente, la Iglesia no se vio libre de la convulsión mundial y también, a juicio del Papa Pablo VI, "el humo de Satanás entró a la Iglesia". Monseñor Valdés participó en las cuatro etapas del Concilio Vaticano II. Sus más cercanos colaboradores y familiares atestiguan haberlo visto llorar en medio de tanta agitación y confusión. Su espíritu contemplativo, su amor por la paz y la belleza, reflejo de la Suma Belleza, se estremecía al ver cómo se despojaba a la Iglesia, entre otras cosas, de uno de sus tesoros, bienes, ofrendas y apostolados más grandes: la música sagrada y litúrgica, siendo reemplazada por música popular, a menudo irrespetuosa y siempre inepta para la Santa Misa y otras celebraciones sagradas.

Su preocupación fue en crecida, hasta que en 1968, siendo presidente de la Comisión Episcopal de Liturgia, escribió el libro "Concilio y Música Sagrada", compendio de las enseñanzas de la Iglesia en materia de música litúrgica y guía para el correcto desempeño y desarrollo de este ministerio. Lamentablemente, el prurito de la novedad pudo más y se hizo caso omiso de sus enseñanzas (que no eran otras que las de la Iglesia). El libro nunca más se volvió a editar y ningún otro obispo ha vuelto a emprender algún trabajo similar. Tampoco se ha conocido ningún tipo de directriz o guía en esta materia por parte de la Conferencia Episcopal de Chile o de algún Obispo en particular.


Monseñor Valdés vivió consagrado y entregado a la voluntad de Dios sin restricciones. Amó a Dios, a la Iglesia y a sus hermanos más que a sí mismo, hasta el olvido más absoluto de sí. En su lecho de muerte dice: “Ofrezco mi vida por el Papa, por la Iglesia, por la diócesis de Osorno, por los pobres, por la paz entre Chile y Argentina y por el triunfo del amor.”
Quiera Dios que desde el cielo, Monseñor Valdés siga intercediendo por la Iglesia, especialmente, por nuestra Iglesia chilena.


miércoles, 27 de agosto de 2008

Un organista como Premio Nacional de Música

Por decisión unánime, el jurado que presidió la ministra de Educación, Mónica Jiménez, designó hoy Premio Nacional de Artes Musicales 2008 al organista y compositor Miguel Letelier Valdés, hijo del también Premio Nacional de Música, Alfonso Letelier Llona y hermano mayor de la destacada contralto Carmen Luisa Letelier.

El académico de la Universidad de Chile es figura central en la conservación e interpretación de un instrumento en extinción: el órgano de Iglesia.

La decisión del jurado, que comunicó la ministra Jiménez, se basó en "la excelencia de su obra como compositor, intérprete y docente; la reconocida creatividad y originalidad de sus creaciones y, especialmente, por sus aportes a la música chilena en los campos de su quehacer artístico, destacando su trabajo como organista".



Con este galardón, se abren nuevas expectativas y esperanzas para un impulso en la conservación y mantención de los órganos de Iglesia en Chile, la mayoría en desuso, abandonados, y hasta menospreciados, considerados muchas veces como piezas de museo pasadas de moda.

La errónea interpretación del concilio Vaticano II por muchos sectores de la Iglesia, ha condenado a los órganos de tubo al más vergonzoso silencio, reemplazándolos por instrumentos que no se adaptan con facilidad al verdadero espíritu de la liturgia católica y a lo que ésta transmite, sino que muchas veces contibuyen a la distracción y disipación de los fieles.

Lo que no todos consideran (o que omiten) es que el mismo Concilio Vaticano II, en su Constitución "Sacrosanctum Concilium" se refiere de ésta manera al órgano: "Téngase en gran estima en la Iglesia latina el órgano de tubos, como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a las ceremonias eclesiásticas y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales." (SC. nº 120)

En Chile, el cultivo, la apreciación y la difusión de la música para órgano es casi catacúmbica. El escaso interés del clero, y por consiguiente de los fieles, hace que el instrumento más propio, concorde, recomendado y tradicional de la Iglesia forme parte de un fatal círculo vicioso: la escasa formación musical y litúrgica en los Seminarios, contrario a lo que manda el Concilio Vaticano II ("Dése mucha importancia a la enseñanza y a la práctica musical en los seminarios, en los noviciados de religiosos de ambos sexos y en las casas de estudios, así como también en los demás institutos y escuelas católicas; para que se pueda impartir esta enseñanza, fórmense con esmero profesores encargados de la música sacra."SC. nº 115), hace que en las Iglesias los órganos, y la verdadera música sacra, en genral, esté en desuso. Al estar en desuso, no se requieren músicos aptos para su ejecución. Al no haber músicos, no hay necesidad de mantener instrumentos. Al no haber instrumentos en buenas condiciones, no hay músicos que los oigan y se interesen por aprenderlos. Y así sigue el círculo...



¡Cuánto bien haría en las almas volver a escuchar los solemnes acordes del órgano! No es casualidad que la crisis de fe, el vaciamiento de las Iglesias, la escacez de vocaciones y el secularismo surjan a la par (o a raíz) de la crisis de la música sagrada.

Quiera Dios que éste premio despierte en nuestras autoridades, civiles y eclesiásticas, el interés por resucitar a éstos "gigantes mudos". Sería loable que la Catedral de Santiago diera el ejemplo, restaurando el Gran Órgano, inaugurado en la Pascua de 1850, que desde hace años ha enmudecido y yace en el más lamentable de los abandonos y descuidos. ¡Cuánto bien se haría a la misma gente! ¡Qué gran iniciativa pastoral sería! ¡Qué bien hablaría de la comunión eclesial!


lunes, 25 de agosto de 2008

El Papa destaca importancia de la música para transmitir experiencias del alma


CASTELGANDOLFO, 25 Ago. 08 / 10:16 am (ACI).-
El Papa Benedicto XVI agradeció el concierto ofrecido en su honor en la Sala de los Suizos del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, y en su discurso pronunciado al finalizar el mismo resaltó la importancia de la música para transmitir las profundas experiencias del alma.

Tras agradecer a Ivonne Timoianu en el violonchelo y el que fuera Embajador de Austria ante la Santa Sede, Christoph Cornaro en el piano por la "magistral interpretación que ha suscitado en nosotros emociones y manifestaciones espirituales profundas" del "Viaje de invierno" de Franz Schubert, uno de los compositores favoritos del Santo Padre, Benedicto XVI comentó que esta pieza describe "una intensa atmósfera de triste soledad provocada por su delicado estado de salud y sus decepciones sentimentales y profesionales". "Es un viaje interior que el célebre compositor austriaco escribió en 1827, sólo un año antes de su prematura muerte a la edad de 31 años", añadió.

"Cuando Schubert hace entrar a un texto poético en su universo sonoro, lo interpreta a través de un enlace melódico que penetra en el alma con dulzura, llevando también a quien lo escucha a sentir el mismo consumirse nostálgico del músico, la misma llamada de esa verdad del corazón que va más allá de cualquier racionalidad. Nace de este modo una pintura que habla de genuina cotidianidad, de nostalgia, de introspección, y de futuro", prosiguió el Papa.

"El joven Schubert, espontáneo y exuberante, tuvo éxito al comunicar –también a nosotros esta noche– lo que él ha vivido y experimentado. Es merecido por tanto el reconocimiento que universalmente se le concede a este ilustre genio de la música, que honra la civilización europea, y la gran cultura y espiritualidad de la Austria cristiana y católica", dijo luego el Santo Padre.
Finalmente, Benedicto XVI destacó que "interiormente confortados por la espléndida experiencia musical de esta noche, renovamos nuestro agradecimiento a quienes han promovido esta velada y a quienes la han realizado magníficamente. Saludo también cordialmente a los aquí presentes y a todos imparto con afecto mi Bendición".

domingo, 3 de agosto de 2008

Música sacra

Carta publicada en la sección "Cartas al Director".
El Mercurio 2 de agosto de 2008

Señor Director:
En una reciente entrevista concedida a ese diario, la destacada musicóloga y directora de orquesta Sylvia Soublette llama la atención sobre los perniciosos efectos que ha tenido en Chile para la liturgia católica el abandono de la música sacra tras el Concilio Vaticano II, para ser reemplazada enteramente por música popular.

Más aún, cabe agregar que con ello se desatienden de manera generalizada las disposiciones sobre la liturgia que el mismo Concilio Vaticano II ha mandado observar. Así, se hace caso omiso de lo dispuesto por los padres conciliares en el sentido de que "La Iglesia reconoce el canto gregoriano como el propio de la liturgia romana; en igualdad de circunstancias, por tanto, hay que darle el primer lugar en las celebraciones litúrgicas" (Sacrosanctum Concilium, 116). Incluso, se han abandonado casi por completo en Chile los cantos populares tradicionales para ser reemplazados por cantos cuyo contenido y musicalidad son enteramente profanos y ajenos a la santa misa, y no contribuyen en nada a la edificación espiritual de los fieles.

En este mismo orden de cosas, en cuanto a los instrumentos musicales, no se observa la preeminencia que el órgano de tubos - o, en su defecto, el armonio- debe tener como instrumento tradicional de la liturgia de rito romano (Sacrosanc-tum Concilium, 120). Muy por el contrario, de modo generalizado se emplea la guitarra e, incluso, en ciertas ocasiones, se utilizan instrumentos de percusión como panderos y tambores, en circunstancias de que sólo resultan admisibles otros instrumentos distintos del órgano o el armonio siempre que "sean aptos o puedan adaptarse al uso sagrado, convengan a la dignidad del templo y contribuyan realmente a la edificación de los fieles" (S.C., 120).

Más aún, la práctica señalada constituye una vulneración de las normas litúrgicas impartidas sobre este punto por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, siendo prefecto monseñor Annibale Bugnini. En efecto, dichas normas señalan que "están prohibidos del uso sagrado del modo más absoluto los instrumentos fragorosos (batería), o profanos (piano), o ligeros (acordeón, guitarra, mandolina). Lo mismo que los instrumentos señalados, también queda prohibida la orquesta mixta compuesta por ellos" (Apud "Liturgia Viva", p. 289; Legislazione Musicale Liturgica, p. 289).

Es de esperar que el Motu Proprio Summorum Pontificum (2007), dado por S.S. Benedicto XVI, contribuya no sólo a promover la forma extraordinaria del rito romano, sino también permita el rescate del tesoro bimilenario de la Iglesia que es la música sacra, en especial del canto gregoriano.

ANDRÉS SCHLACK M.

domingo, 11 de mayo de 2008

CONOCIENDO NUESTRAS RAÍCES: Basílica Papal Santa María la Mayor y la "Capilla Musical Liberiana"


Perfil histórico

La Capilla Musical Liberiana, fruto del espléndido florecimiento del renacimiento, nace formalmente en 1545 por obra del cardenal arcipreste Guido Ascanio Sforza, pero es descendiente directa de la antigua schola cantorum, cuya creación se atribuye tradicionalmente a san Gregorio Magno, y de las adaptaciones debidas al encuentro con la tradición francesa por obra de Carlomagno y del contacto con la capilla papal de Gregorio IX cuando este regresó de Aviñón (1377).

Desde el principio tuvo la misma categoría que las capillas de San Pedro y de San Juan, también por la presencia de pueri cantores que aquí fueron acogidos y recibieron instrucción. Una prueba de ello es que en 1561 la dirige el “príncipe de la música” Giovanni Pierlugi da Palestrina, que en 1537 había recibido en la Basílica su primera formación musical como niño cantor.El estilo polifónico del gran músico, en perfecta sintonía con los dictámenes del Concilio de Trento, fue capaz de llevar los artificios contrapuntísticos de los maestros flamencos a una limpidez y elegancia inigualables que permitía una mejor comprensión del texto sagrado. En él se inspiran sus discípulos y sucesores Giovanni Maria Nanino, Francesco Soriano y Annibale Stabile, que contribuyeron a formar lo que será conocido en la historia como “escuela romana”. Efectivamente, los maestros romanos supieron distinguirse incluso en el siglo XVII, que fue el momento de mayor exhuberancia de la música sagrada, proyectada en los faustos de la policoralidad y del estilo concertado veneciano. Domenico Allegri y Paolo Quagliati dieron un gran impulso a la participación instrumental en la música sagrada, pero con un estilo peculiar de efecto monumental. Otros nombres ilustres siguieron su senda, entre ellos Paolo Tarditi, Antonio Maria Abbatini, Orazio Benevoli, Nicola Stamegna y el organista Bernardo Pasquini. Francesco Foggia, Maestro de capilla desde 1677 a 1688, a quien le sucedió su hijo Antonio, es considerado el último gran exponente de la escuela romana propiamente dicha.

Una figura nueva, hija de su época, llegó a dar lustro a la Basílica de Santa María la Mayor, dejando su huella aunque estuvo sólo dos años: Alessandro Scarlatti. El importante operista de escuela napolitana fue también un excelso compositor de música sagrada incluso en el severo estilo palestriniano. Su enseñanza fue seguida por Pompeo Cannicciari, Antonio y Domenico Fontemaggi, Giovanni Aldega, Settimio Battaglia y Augusto Moriconi, que en los siglos XVIII y XIX, durante el máximo esplendor del teatro musical y del “bel canto”, supieron resistir a la tentación de introducir en la Basílica las arias que, adaptadas al estilo eclesiástico, se oían por todas partes. El archivo liberiano conserva muchas obras de dichos maestros desde 1600 hasta nuestros días, mientras que los antiguos códices gregorianos y polifónicos se encuentran en la Biblioteca vaticana.


El último siglo

La salvaguardia de la antigua escuela romana llevada a cabo por la Capilla Liberiana recibió por fortuna nueva savia e impulso con el “movimiento ceciliano”. Se le devolvió a la música sagrada importancia y dignidad; se multiplicaron los esfuerzos en la investigación paleográfica y se llegó a la promulgación por parte de Pío X del Motu proprio "Inter pastoralis officci sollicitudines" (1903), que le devolvió plena dignidad al canto sagrado, y se fundó el Pontificio Instituto de Música Sagrada (1911).En este clima de renovado fervor musical se inserta el gran maestro de ese siglo: Licinio Refice. Director de la Capilla Liberiana desde 1911 hasta 1947 fue, junto con Lorenzo Perosi y Raffaele Casimiri, el verdadero artífice de la renovación de la música sagrada italiana. Profesor del Pontificio Instituto escribió oratorios, cantatas, poemas sinfónico-corales, las óperas Cecilia (1934) y Margherita da Cortona (1938), además de una abundante producción musical litúrgica, en gran parte inédita, sacada a la luz por Mons. Miserachs y conservada en los archivos de la Basílica.
Desde 1947 a 1977 prosiguió su obra Domenico Bartolucci, que luego sería llamado a dirigir la Capilla Sixtina, figura de gran autoridad y atento conocedor de la antigua escuela polifónica, que impregna profundamente su estilo compositivo. Autor también de oratorios y profesor del Pontificio Instituto de Música Sagrada, desde 1973 contó con la colaboración de mons. Miserachs, actual maestro titular.

Valentí Miserachs Graus nace en Cataluña en 1943. Llega a Italia en 1963 para completar sus estudios teológicos y musicales. Ha sido organista de la Capilla Julia de San Pedro bajo la dirección de Armando Renzi desde 1975 a 1980. Profesor de composición durante cinco años en el conservatorio de Matera, es uno de los fundadores de la escuela de música “Tomás Luis de Victoria” de Roma, donde durante veinte años ha enseñado Composición, Órgano, Canto coral y Dirección polifónica y Ejercitación orquestal. Es notable su actividad concertística, tanto como organista que como director de conjuntos corales y orquestales. Además de su producción musical litúrgica destinada a la solemnización del culto en la Basílica —4 volúmenes de Motetes, Magnificat, Misas, Salmos responsoriales, Vísperas, etc.— destacan los oratorios Beata Virgo Maria, Stephanus, Isaia, Mil anys, el poema sinfónico-coral Nadal y la Suite Manresana para orquesta. Desde 1995 es el Presidente del Pontificio Instituto de Música Sagrada.

Bajo la dirección del Maestro Miserachs y de su colaborador el p. Aurelio Zorzi sm, la Capilla Liberiana es desde hace años un motivo de orgullo para la Basílica de Santa María la Mayor. Durante todos los domingos “per annum” el servicio de los cantores (unos veinticinco entre tenores y bajos) y del organista titular, el maestro Juan Paradell Solé, o de su sustituto el maestro Gabriele Terrone, solemniza la santa Misa capitular de las 10 de la mañana. La plantilla masculina se enriquece en las principales solemnidades con un coro femenino, preparado y dirigido por el maestro Antonio Alessandri, que suple la falta de voces blancas. Otra señal de la voluntad de devolverle su lustro y esplendor a este “monumento vivo” de la música sagrada ha sido la institución de un grupo estable de metales, dirigido por el maestro Luca Petrongari. Su intervención en las solemnidades mayores (Navidad, Pascua de Resurrección, Pentecostés, etc) corona el clima de maravillosa elevación espiritual que puede respirarse en las amplias naves del templo mariano por excelencia. Pero no cabe duda de que la liturgia alcanza su máximo esplendor en las celebraciones de la Inmaculada, de la Asunción y en la fiesta de la Consagración de la Basílica, el 5 de agosto. Es la tradicional fiesta romana de la Virgen de la Nieve que termina con la espectacular “nevada” de pétalos blancos en la nave central durante el canto del Gloria en la Misa y del Magnificat en la celebración de la Segundas Vísperas.
No es menor el encanto que conservan los servicios de Adviento y de Cuaresma que, respetando la tradición más antigua, se realizan rigurosamente “a capella”. Es asimismo sugestiva la participación de los cantores en las procesiones del Domingo de Ramos y del Corpus Christi y en las funciones de la Semana Santa.

Por desgracia en los últimos decenios una fanática y falsa referencia a los dictámenes del Concilio Vaticano II, a menudo ampliamente tergiversados, ha causado un progresivo cuanto deletéreo rechazo de la sana práctica coral en favor de “modernas” formas musicales con la ilusoria intención de hacer más actual y atractiva la liturgia. En este difícil panorama la Capilla Liberiana se presenta como el baluarte de la tradición romana más auténtica, que tanto ha dado al mundo de la música y cuyo patrimonio no puede ni debe olvidarse. Muestras de estima y aprecio por parte de los cardenales arciprestes de los últimos treinta años y de todo el Cabildo, además de los numerosos estimadores y amigos, animan al maestro, a los maestros colaboradores y a todos los cantores a perseverar en su misión de testigos del arte musical sagrado.

martes, 4 de marzo de 2008

El Reclamo de Monseñor Liberto: "El Gregoriano era, es y será el verdadero y único canto de la Iglesia Católica"

El Maestro Director del coro de la Capilla Sixtina, Monseñor Giuseppe Liberto habla para el portal Petrus y expone acerca del canto gregoriano, su naturaleza, procedencia y uso en la iglesia así como de los abusos que se cometen al utilizar instrumentos indignos a la hora de adorar y alabar a Dios.



- Monseñor, ¿el Gregoriano es el verdadero canto de la iglesia católica?
“Es el único canto de la Iglesia Católica. Viene de la lectura de las Sagradas Escrituras, lo que es más, pensó Paulo VI escribir en un librito en el cual recomendaba cantar aún arias de la devoción popular según el estilo gregoriano”.


- Benedicto XVI ha invitado a prestar mucha atención sobretodo a los textos...
“El Santo Padre tiene perfectamente la razón. Se necesita hacer cantar a los fieles cosas buenas y santas, intentando no caer en la superficialidad y en los sonsonetes. El sentido de lo sagrado nace de una música litúrgica compuesta, sobria, pero al mismo tiempo de cualidad: el Gregoriano y la polifonía representan el ideal de la perfección”.


- En ciertas celebraciones litúrgicas, especialmente en países latinoamericanos pero también aquí en Italia, se consiente la utilización durante la Santa Misa de instrumentos como el tambor, la batería y la guitarra eléctrica...
“Nunca los utilizaría. No deseo poner en el índice [prohibido] ningún instrumento, pero francamente no me parecen adecuados para la Misa. En estos casos se habla, con justicia, de inculturación de los pueblos, pero la verdadera importancia es que en español, inglés, en francés o en italiano se cante bien y con absoluta fidelidad a la palabra de Dios”.


- También los [así] llamados ‘carismáticos’ resultan a veces al menos exhuberantes...
“Nunca he participado de estas reuniones pero he oído hablar: quizás deberían tener más moderación”.


- A veces, durante las celebraciones litúrgicas, en el momento del ofertorio ha sucedido que se oyen himnos religiosos inspirados completamente en las canciones de Bob Dylan...
“Francamente no, no estoy de acuerdo con quien hace estas opciones. No tengo nada personal contra Bob Dylan, pero nunca la utilizaría durante una Misa. No, Bob Dylan no tiene nada que ver con la Misa: la Misa es seriedad, compostura, belleza”.


- Monseñor Liberto, ¿qué cosa es la belleza en la música?
“Armonía, fineza, dimensión vertical, búsqueda de Dios: cosas que solamente el Gregoriano puede asegurar. Repito: el Gregoriano era, es y será siempre el verdadero y único canto de la Iglesia Católica”.

lunes, 3 de marzo de 2008

Constitución "SACROSANCTUM CONCILIUM", sobre la Sagrada Liturgia

CAPÍTULO VI
MÚSICA SAGRADA

112. La tradición musical de la Iglesia universal constituye un tesoro de valor inestimable, que sobresale entre las demás expresiones artísticas, principalmente porque el canto sagrado, unido a las palabras, constituye una parte necesaria o integral de la liturgia solemne.
En efecto, el canto sagrado ha sido ensalzado tanto por la Sagrada Escritura 278 como por los santos Padres y por los Romanos Pontífices, los cuales, en los últimos tiempos, empezando por San Pío X, han expuesto en forma más insistente la función ministerial de la Música sacra en el servicio divino.
La Música sacra, por consiguiente, será tanto más santa cuanto más íntimamente se halle unida a la acción litúrgica, ya sea expresando con mayor delicadeza la oración y fomentando la unanimidad, ya sea enriqueciendo con mayor solemnidad los ritos sagrados. Además, la Iglesia aprueba y admite en el culto divino todas las formas de arte auténtico, siempre que estén adornadas con las debidas cualidades.
Por lo tanto, el Sacrosanto Concilio, manteniendo las normas y preceptos de la tradición y disciplina eclesiástica, y atendiendo a la finalidad de la Música sacra, que es la gloria de Dios y la santificación de los fieles, establece lo que sigue.
113. La acción litúrgica reviste una forma más noble cuando los Oficios divinos se celebran solemnemente con canto y cuando en ellos intervienen los ministros sagrados y el pueblo también participa activamente.
En cuanto a la lengua que debe usarse, cúmplase lo dispuesto en el artículo 36; en cuanto a la Misa, el artículo 54; en cuanto a los Sacramentos, el artículo 63; en cuanto al Oficio divino, el artículo 101.
114. Consérvese y cultívese con sumo cuidado el tesoro de la Música sacra. Foméntense, con diligencia, las «scholae cantorum», sobre todo en las iglesias catedrales. Los Obispos y demás pastores de almas procuren con gran cuidado que en cualquier acción sagrada, que haya de realizarse con canto, toda la comunidad de los fieles pueda aportar la participación activa que les corresponde, conforme a los artículos 28 y 30.
115. Se dé mucha importancia a la enseñanza y a la práctica musical en los Seminarios, en los noviciados y es los escolasticados de Religiosos, de ambos sexos, así como también en las demás instituciones y escuelas católicas. Para que se pueda conseguir esta enseñanza, fórmense con esmero profesores encargados de la Música sacra.
Se recomienda, además, que, según las circunstancias, se erijan Institutos Superiores de Música sacra.
A los compositores y cantores, en particular a los niños, se les debe dar una auténtica formación litúrgica.
116. La Iglesia reconoce el canto gregoriano como el propio de la liturgia romana; en igualdad de circunstancias, por lo tanto, se le debe otorgar el primer lugar en las acciones litúrgicas.
Los demás géneros de Música sacra, y en particular la polifonía, de ninguna manera quedan excluidos en la celebración de los Oficios divinos, si responden al espíritu de la acción litúrgica, según el artículo 30.
117. Se complete la edición típica de los libros de canto gregoriano; más aún: prepárese una edición más crítica de los libros ya editados después de la reforma de San Pío X.
También conviene preparar una edición que contenga melodías más sencillas para uso de las iglesias menores.
118. Se fomente con cuidado el canto religioso popular, de modo que, en los ejercicios piadosos y sagrados y en las acciones litúrgicas mismas, de acuerdo con las normas y prescripciones de las rúbricas, resuenen las voces de los fieles.
119. Como en ciertas regiones, principalmente en las Misiones, hay pueblos con una tradición musical propia que tiene mucha importancia en su vida religiosa y social, dése a esta música la debida estimación y el lugar correspondiente, no sólo para formar su sentido religioso, sino también para acomodar el culto a su propia índole, conforme a los artículos 39 y 40.
Por esta razón, en la formación musical de los misioneros procúrese con sumo cuidado que, dentro de lo posible, puedan promover la música tradicional en dichos pueblos, tanto en las escuelas como en las acciones sagradas.
120. Se tenga en gran estima en la Iglesia latina el órgano de tubos, como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a las ceremonias de la Iglesia, y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales.
En el culto divino se pueden admitir otros instrumentos, a juicio y con el consentimiento de la autoridad eclesiástica territorial competente, conforme a los arts. 22 §2, 37 y 40, siempre que sean aptos o puedan adaptarse al uso sagrado, estén a tono con la dignidad del templo y contribuyan realmente a la edificación de los fieles.
121. Los compositores, verdaderamente cristianos, deben sentirse llamados a cultivar la Música sacra y a acrecentar su tesoro.
Compongan melodías que presenten las características de verdadera Música sacra y que no sólo puedan ser cantadas por las «scholae cantorum» mayores, sino que también estén al alcance de coros más modestos y fomenten la activa participación de toda la asamblea de los fieles.
Los textos destinados al canto sagrado deben estar de acuerdo con la doctrina católica; más aún, deben tomarse principalmente de la Sagrada Escritura y de las fuentes litúrgicas.